Nuestra visión del Congreso

DEBATIR PRIMERO CÓMO CONSEGUIR UN LIDERAZGO SOCIAL


Galo Gutiérrez; Javier Ledesma; Alfredo Liébana; Mariano del Mazo; Luís Mosteiro; Joaquín Vida; Germán Alonso; entre otros militantes de varias federaciones suscriben el presente escrito.


El nuevo marco político derivado de los procesos electorales celebrados en 2011 obliga a los socialistas a una reflexión interna y a una redefinición política, estratégica e ideológica que dé respuesta a una situación distinta a la vivida durante los últimos años.

Es necesario un debate sereno, pero en profundidad que responda a las nuevas realidades, para ofrecer a los ciudadanos a los que anhelamos representar una alternativa política nítida en sus principios y valores, traducible en actuaciones concretas, con las que nuestra base social se pueda identificar.

Estamos hoy en un contexto internacional más complejo y adverso, ante el necesitamos redefinir las señas de identidad de la socialdemocracia respecto del papel del sector público, los derechos sociales, el modelo de crecimiento, la construcción europea y el alcance del Estado del bienestar en tiempos de crisis. Es importante que la ciudadanía perciba las diferencias entre las políticas socialistas y las conservadoras o de corte neoliberal, no es aceptable asumir sacrificios sociales para reducir el déficit, si a la vez no se lleva a cabo una lucha decidida contra el fraude fiscal, y se defiende el carácter redistributivo de los impuestos como una medida irrenunciable de equidad y justicia.

De la misma forma es necesario revisar el modelo territorial para que primen los principios de cohesión y solidaridad y con ellos los derechos ciudadanos, de modo que la autonomía administrativa y política esté subordinada al bien común y al interés general. Es fundamental, además, redefinir el papel de la dirección federal del PSOE en un proyecto común coherente para toda España.

El discurso socialista debe adaptarse a una sociedad globalizada, más dinámica y compleja, pero en la que sigue siendo fundamental la lucha contra las desigualdades sociales y el rechazo de la anomia de un capitalismo salvaje, con una sociedad que genera excluidos.

Para llevar a cabo todas estas acciones, más aún en la era de Internet y de las redes sociales, siguen haciendo falta los partidos políticos. Ahora bien, no debemos ignorar que en España está hoy en cuestión la función de la clase política y de la misma actividad pública, lo que podría dar lugar a desafecciones hacia el sistema democrático, populismos reaccionarios y deslegitimación del régimen constitucional. Hay que reivindicar la política frente a posiciones asamblearias o de un infantilismo antisistema. Por eso, es imprescindible modificar las formas de hacer política, empezando por el funcionamiento de los partidos, que no pueden seguir funcionando como simples aparatos electorales y organizaciones de cuadros, cuando no meros lobbies de poder. Es preciso incrementar la participación ciudadana en la vida pública, que no se puede limitar a una proyección en los medios de comunicación.

El PSOE tiene que buscar un liderazgo social, fomentando equipos, haciendo un mejor uso de los recursos humanos existentes en el partido, teniendo en cuenta las opiniones de militantes y simpatizantes, a fin de superar el divorcio entre representantes y representados.

La puesta en marcha de un proceso congresual ordinario para febrero de 2012 implica un plazo tan breve puede que convertir el congreso prácticamente en exclusiva en una cita para elegir a un secretario general en apenas dos meses. La reflexión y el debate previos a la toma de decisiones sobre el futuro del socialismo en España no se pueden circunscribir a relevar apresuradamente a la comisión ejecutiva.

La acertada elección del portavoz parlamentario no puede dar por zanjada la inaplazable discusión interna, cuyas consecuencias se reflejarán en su día en la propia dirección del grupo parlamentario, que, como es lógico, debe ser el reflejo de la política del partido y no un ente autónomo.

Los resultados electorales exigen debates y cambios internos inevitables. Es imprescindible reconstruir desde sus cimientos una organización debilitada, no sólo por las últimas elecciones locales, autonómicas y generales, sino también por las presiones enormes de los poderes regionales y locales que han ido vaciando de contenido real sus estructuras, convirtiendo a los afiliados en meros agentes electorales de las políticas realizadas en los diferentes ámbitos de la gestión.

El papel del militante y su opinión han quedado notablemente devaluados, el método de elegir en primarias a un líder electoral se ha traducido en exclusiva en un cheque en blanco al candidato, sin más contrapesos. El debate y todos los controles internos se han visto postergados al fin último de evitar una imagen de división dentro del partido, recurso ampliamente usado por todos los poderes existentes para considerar indiscutibles sus políticas.

La labor de las agrupaciones y de los órganos deliberantes y ejecutivos ha sido sustituida por los representantes del PSOE en las instituciones, no sólo en la gestión diaria, sino también en la creación de opinión. De esta forma, el partido en muchos casos no existe más allá de la representación institucional. Cuando la presencia en el gobierno de las instituciones es escasa generalizadamente, aunque sea significativo el apoyo ciudadano, existe un serio problema de representatividad, que se podrá subsanar más fácilmente de abajo arriba.

Es el momento de diseñar un proyecto y una organización que pueda llevarlo a cabo. En la política nacional, la actividad parlamentaria tiene gran significado, pero también hay otros ámbitos para la acción política, además de los referentes institucionales autonómicos y locales, como las relaciones con colectivos ciudadanos y las nuevas redes sociales.

Estamos obligados, como militantes, a poner al día una organización creada y pensada para hacer política y que, además se rija por principios de funcionamiento democrático. Esto es lo urgente y lo importante. El liderazgo es también, por supuesto, muy importante, pero en este momento, menos urgente.

Debemos aprender de nuestra historia más reciente. En el 2000 el sistema de elección del secretario general y de la dirección que ahora finaliza su mandato fue una experiencia democrática, positiva para la imagen del PSOE. Sin embargo, al focalizarse en la elección del líder, el congreso apenas se ocupó de las líneas políticas e ideológicas del proyecto, cuyas indefiniciones y contradicciones han sido patentes en los últimos años.
El liderazgo individual es muy importante para la imagen del partido, pero es secundario y debe subordinarse a las decisiones colegiadas que marquen una identidad y un compromiso con los ciudadanos.

La infección del dinero y del estatus se ha introducido muy profundamente en la organización. Hay que aplicar medidas correctoras para que muchos vicios no puedan volver a repetirse con la misma facilidad, para dificultar su crecimiento y animar a su denuncia. Debemos luchar contra la pasividad ante las corruptelas y los enquistados en el interés personal.

El modelo de liderazgo condiciona el modelo de organización. Un liderazgo esencialmente presidencialista, que es el utilizado en la organización en todos sus niveles por mimetismo, busca un éxito electoral inmediato con equipos homogéneos y con un programa circunstancial. Descansa siempre en la necesidad rápida de un periódico cambio de líder y equipo, pero es un estilo que debilita por definición el control democrático.
Pero hoy la debilidad de todas las estructuras es tan grande que la única solución es confiar no sólo en los cuadros institucionales, sino sobre todo en los militantes, la de los ciudadanos que sí quieren participar en las decisiones, y entre los cuales se debe encontrar el grueso de los responsables de futuro.

Por otro lado, la opción de buscar soluciones fuera de la organización, con una incorporación controlada desde el poder no ha producido resultados brillantes e incluye incertidumbres ideológicas añadidas. Las soluciones internas necesitan tiempo y gradación progresiva porque requieren muchos compromisos.


¿Las federaciones, actualmente partidos autonómicos, pueden dar ejemplos a la ejecutiva federal? Hace tiempo que todos están aquejados de los mismos males, es difícil que se apliquen unas medicinas que ellos son incapaces de emplear.

¿Cuál es el perfil que puede ayudar más en la solución? Aquel que tiene una vida laboral propia alejada de los puestos políticos, y que, por lo tanto, puede aportar una experiencia diversa, conoce suficientemente la vida interna y está comprometido con el proyecto socialista. Regenerar el cuerpo social es lo contrario a recolocar lo que hay. Dejar los cambios necesarios en función exclusivamente del rejuvenecimiento, la pertenencia a grupos organizados exigentes de cuotas, produce una visión errónea de la pluralidad real de la organización. La única solución está en escuchar y construir una mayoría social que pueda ser una alternativa política. Lo principal es hacer un análisis profundo y sin límites en la organización, actuando en consecuencia. La organización siempre ha sido muy generosa con todos sus líderes y ha confiado mucho en su buen hacer, ahora es el momento del cambio y no del maquillaje.

Madrid 23 de diciembre de 2011.