lunes, 14 de enero de 2013

Hablemos de organización

Un nuevo artículo de Francisco S. López Romito sobre la organización interna del PSOE:

El 38 Congreso del PSOE postergó las necesarias decisiones sobre Organización a una Conferencia que, por fin, se anuncia para este año. También he leído en la prensa que la Comisión Ejecutiva Federal tiene la intención de pasar un cuestionario a todas las instancias organizativas del Partido.

La idea de que la reforma estructural del partido es tan importante como la redefinición del proyecto y la renovación de su equipo dirigente, es ampliamente aceptada. Estoy de acuerdo, pues entiendo que donde se miden las voluntades y se hacen realidad los discursos, es en el plano de la organización y el consecuente funcionamiento de acuerdo con los cánones de conducta derivados de aquella.

Pero tengo la sensación, por las propuestas que he leído o escuchado, hasta ahora, en esta materia, que sería bueno avanzar en el grado de concreción, pues se corre el riesgo de que no sean ni muchas ni tan importantes las innovaciones que se introduzcan.

Por eso invito a leer y, llegado el caso, considerar las siguientes propuestas:

  1. Incorporación: mantener las dos categorías de Afiliado y Simpatizante. Facilitar el trámite de afiliación por internet, dando el alta inmediata a quién consigne sus datos personales y el Nº de cuenta bancaria. El sistema informático del Partido los reasignará a la estructura correspondiente (territorial o sectorial) que, a posteriori, debería cursar las objeciones que pudiese comprobar para su rechazo. Lo mismo para Simpatizante, sin necesidad de la cuenta bancaria. Por supuesto los derechos y obligaciones de los simpatizantes deben quedar fijados estatutariamente. Es imprescindible que quienes puedan participar en elecciones primarias para candidatos electorales deban, previamente, estar dados de alta en el registro correspondiente. En la política democrática el anonimato no cuela.
  2. Jubilación y prejubilación – Incompatibilidad de cargos: junto los dos temas porque los considero íntimamente relacionados: No soy partidario de establecer criterios de jubilación para nadie. Primero, porque no hay criterios disponibles para ello, ¿el tiempo, la edad, la pérdida de la voz, el envejecimiento físico, haber jugado en las ligas de décadas anteriores?
  3. Limitación de mandatos: parece razonable diferenciar entre orgánicos y electorales. En los orgánicos, comparto la limitación a dos mandatos, eso equivale según los tiempos congresuales, a ocho años. Pero para que cada ocho años no deba producirse un cambio total de personas, debería exigirse que, en cualquier caso, los nuevos equipos  tengan, como mínimo, un treinta por ciento de recién elegidos. No debería impedirse que pasado un mandato se pudiese  volver a los puestos anteriores. En los electivos, no creo que la limitación de mandatos sea conveniente pues se podría hurtar a los ciudadanos la facultad de elegir como su representante a quién ellos prefieran. La modificación del sistema de elección interna de las candidaturas puede aportar un salto de calidad democrática en este sentido.
  4. Elección de cargos orgánicos: No comparto la opinión de  aquellos que, apoyándose en el  concepto bersteiniano dela pertenencia del Partido a los trabajadores o a los ciudadanos, se de participación en la elección de cargos orgánicos a quienes no sean afiliados. El Partido se sustenta en la voluntad de aquellos que asumen un compromiso explícito con la organización y la responsabilidad de sus actos. Dicho esto, parece conveniente recuperar la elección, en los Congresos, de Ejecutivas completas, incluido el número uno de la lista. En caso de presentación de listas alternativas, aquella que no resultara mayoritaria pero superase un cierto porcentaje de votos, obtendría un número de puestos de la Ejecutiva resultante. Esto obligaría a practicar la integración plural y facilitaría el proceso de “negociación” de las listas para su presentación. En los ámbitos menores (Agrupaciones territoriales o sectoriales) el mismo sistema pero con voto directo de los afiliados. Este sistema facilitaría la práctica de listas cerradas pero no bloqueadas, donde los votantes pueden modificar el orden mediante la señal de refuerzo positivo en, por ejemplo, un tercio de los integrantes de la lista. Para la elección de miembros de órganos deliberativos (Comités Regionales, Congresos, etc.) sólo sería necesario introducir la señal de refuerzo positivo.
  5. Elección de candidatos electorales: Aquí la intervención de no afiliados (simpatizantes registrados) en las llamadas primarias, pueden jugar un papel de apertura a los ciudadanos que aportaría, además, la posibilidad de ajustar mejor la lista del Partido a las preferencias de los electores en las respectivas circunscripciones. Pero ¿por qué limitarla al cabeza de lista? Si realmente se pretende evitar el enchufismo y las componendas de grupos, puede perfectamente aplicarse el mismo sistema descripto en el punto 4. Es llegada la hora de quebrar la tendencia al liderazgo plebiscitario y al presidencialismo autocrático que conduce a la desvalorización del parlamentarismo y, como ya se ve en algunos países de Europa, al más claro populismo.
  6. Estructura del Partido: Primero, los tímidos intentos de combinar una estructura territorial con una sectorial, han fracasado porque no se le ha dado, a esta última, voto y participación proporcional en los órganos deliberativos (Congresos, Comités Federal y  Regional, etc.). Nunca habrá militancia creíble en las estructuras sectoriales mientras se obligue a los afiliados a pasar por las territoriales donde los esperan los tradicionales administradores de votos. Por otra parte, se ha obstruido la amplitud posible de la estructura sectorial  limitándola a dos o tres formaciones sin recursos propios ni diseño estructural y engarce con la organización territorial.
Por último, porque  no estoy de acuerdo con  que  la política deba ser una vocación temporal a la que un ciudadano sólo deba dedicarse durante un tiempo, considero que la política es una obligación social del ciudadano y eso excluye la jubilación. El discurso contra los “políticos  profesionales” va en contra de la política que los socialistas defendemos para el avance de la sociedad.

Primero: IncompatibilidadesEl Partido puede establecer incompatibilidades más estrictas que las legales, mientras estas no se modifican. En ese caso podrían establecerse procedimientos “preventivos”; es decir, si se ocupa un cargo, por ejemplo Concejal o Alcalde y se figura en una lista para Diputado o Senador, la persona implicada debiera dejar, por escrito, su compromiso de abandonar el cargo ocupado en caso de salir electo para el nuevo. Su incumplimiento daría paso a su expulsión del Partido. La incompatibilidad entre cargos electos o de gobierno con los puestos  ejecutivos del Partido  tiene una mayor complejidad. Es verdad que parece que la tradición partidaria de la falta de autonomía o subordinación de la organización al gobierno se ha mostrado  negativa. Pero también hay ejemplos de enfrentamientos entre ambas instancias realmente desastrosos. Sería preferible ir cambiando la práctica actual y, para ello, si se avanza en una mayor y más efectiva participación de las bases e incluso de los simpatizantes y se logra una mayor relación con las organizaciones sociales, podría superarse  la situación heredada.

Segundo: Es un tema reincidente el de que el Partido debe arbitrar espacios atractivos para la participación de afiliados, organizaciones sociales y ciudadanía en general. Vivimos desde hace ya bastante en dos realidades que se interpenetran cotidianamente, la real y la virtual. En ambas deben crearse los ámbitos más adecuados de atracción, participación y visualización del Partido. En ambos casos, no se puede permanecer pasivos o sujetos a improvisaciones ciclotímicas. Es decisivo crear espacios con volumen o masa crítica suficiente para tener impacto en el territorio ciudadano en que se actúe (por ejemplo, una ciudad del tamaño de Madrid debe disponer, no sólo por criterios de ejercicio democrático interno, de una Agrupación de la Ciudad que le permitiría contar con un centro físico de actividades permanentes y atractivas para la ciudadanía. Es evidente que la estructura territorial de base (las actuales Agrupaciones) ven orientada su actividad natural y prioritaria a la política municipal. Mal han podido hasta ahora y peor se avizora el futuro para tener incidencia en los llamados ámbitos sectoriales, que no son otros que tantos como problemas y aspiraciones de índole particulares (sanidad, cultura, educación, economía, transportes, función pública, etc.) afectan a las gentes.

Tercero; se impone contar con un Plan Integral Digital con un diseño racional y una asignación coherente de ámbitos de gestión que combine la máxima participación con las correspondientes responsabilidades de gestión. Es necesario desarrollar un bosque de redes, foros,  etc., que supere la jungla de iniciativas voluntaristas y artesanales actualmente existentes.

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