sábado, 28 de abril de 2012

Relato para justificar un suicidio

Un nuevo artículo de nuestro colaborador David H Corrochano de la agrupación de Chamberí

La filosofía política conservadora se fundamenta en lo razonable, no en lo racional. Para ella lo importante es conformar un sentido común a través de argumentos plausibles y evidencias no verificadas empíricamente, pero atadas a una cotidianeidad estándar. El storytelling o relato se ha transformado en la técnica de legitimación de las políticas que responden a este presupuesto. ¿Por qué somos capaces de cargarnos el Estado de Bienestar pese a que esto –decimos- nos produce mucho dolor? Porque hay un buen relato para justificar este suicidio. Vamos a ello:

“Mi país está regido por políticos llenos de prebendas y corruptos, no importa de qué partido sean, porque todos son igual de trepas, escudados en contraproducentes ideologías. Y es que ni hablan inglés, lo que denota su baja formación e incapacidad técnica, cuando ésta es más necesaria e infalible que nunca. Los funcionarios de mi país no corrigen tampoco esta carencia. Están ocupados en leer el periódico, tomar café y hacer la vista gorda. Pero es que esto no solo lo hacen los funcionarios, sino por lo general todos esos empleados fijos, protegidos por mafiosos sindicatos, que chupan del Estado y expanden una molicie generalizada. Y es que en mi país hay quien sin trabajar, vive como un Pachá gracias al paro, al PER y a muchas otras regalías, de las que todo el mundo se aprovecha. Incluso hay turistas sanitarios que gorronean a un estado caótico de sangrantes autonomías, que solo sirven para duplicar los gastos y aumentar el descontrol. Porque aquí hay miles de inmigrantes ilegales, pandilleros, jóvenes disconformes que en verdad no quieren dar ni chapa, abuelos egoístas que se la pasan viajando a costa del INSERSO, enfermos imaginarios, niños brutos que no se esfuerzan, está también lleno de mujeres, de víctimas de guerras pasadas y de maricas que de vez en cuando nos vienen con sus cosas sin importancia, para que no estemos a lo que debemos estar. ¡A levantar el país! donde quedan unos pocos emprendedores y currantes que, ...como yo, día tras día madrugamos para trabajar, pagamos impuestos, hipotecas, colegios y medicamentos... ¡Estando mi país como está, ya está bien de mantener esta trama corrupta! Da pena recortar, pero es justo y necesario, porque se nos fue la mano, y esto no puede seguir así, hasta desde Europa nos lo dicen. ¡Ah, ... y no me vengan con el “buenismo” porque todos sabemos que hay que hacer!,... ¡lo que hay que hacer!, empezando por los políticos,…”.  

¿Les suena este relato? De forma parcial o en su totalidad, con éstas u otras palabras, sus tópicos, contenidos y apreciaciones se deslizan, incluso inconscientemente, en un sentimiento público que avala el suicidio colectivo que estamos cometiendo. Sus muchas contradicciones, vacíos y falsedades que deben descubrirse, para que la mayoría de la sociedad que apoya al Estado de Bienestar, se reencuentre en un nuevo relato propositivo, democrático y factible, capaz de ofrecer medidas concretas, valientes y realistas, que aseguren el progreso y revelen quien se está beneficiando del presente disloque. Confío en que seamos capaces de hacerlo, pues si no es así, ...me doy por suicidado.  

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