Un nuevo artículo de David H. Corrochano
Desde la caverna se estigmatiza
al 15-M bajo tres argumentos: el infantilismo, el incivismo y la delincuencia.
El primero es el aparentemente más inocuo porque lo piensa como un mal de
juventud justificado por las circunstancias, inocencia pueril o senil como la
de los yayoflautas. El segundo se centra en las molestias ocasionadas por
actividades públicas que coartan la libre circulación y afectan al comercio,
estética radical como la de los perroflautas. Por último está la apelación al
orden público alterado por los que practican la protesta incontrolada, como la
de los terroristas. Pese a lo aparentemente ridículos estos estigmas deben
preocupar no solo al 15-M sino a quien valore la rebeldía, la libre
manifestación y la resistencia civil no violenta.
Desde el 15-M se estigmatiza a
los políticos con tres saberes comunes: el alejamiento, la ineficacia y la
corrupción. El primero manifiesta la ausencia de empatía y conexión entre la
ciudadanía y sus representantes, es hora de que los partidos se impliquen más
en programas de participación. El segundo se basa en la reacción ante las
medidas frente a la crisis, plantea sopesar los límites de acción de los
gobiernos, empujar para que se amplíen y generen nuevas alternativas de reforma
económica. Por último está la explotación del discurso de desprestigio más
manido hacia la clase política, por el que se deben impulsar cambios hacia la mayor
transparencia y el buen gobierno. Pese a lo apropiado de estas críticas los
posicionamientos derivan en el todos son iguales. Preocupante.
Dado este reparto de estigmas
desde los partidos de izquierda se defiende al 15-M de los ataques de la derecha,
no porque se hagan al 15-M sino porque son ataques a la democracia. A cambio
estos partidos reciben del 15-M críticas, bienvenidas, pero también palos,
algunos palos injustos e injustificados. Con un poco de mala suerte y más
malestar social los estigmas de unos y otros socavarán aun más si cabe nuestro,
cierto es, perfectible régimen democrático. Pero no está de más recordarlo es
el que tenemos y, salvo notorias y breves excepciones, que hemos tenido.
Solicito a los partidos de la
izquierda que aprovechen el 15-M no para apropiarse de eslóganes sino para
retraducir el sentir social al ámbito institucional lo que exige valor, cambios
y no copia-pegas de discurso. Del mismo modo, pido al 15-M que reflexione sobre
la justeza y los efectos de determinados eslóganes que al calor de una asamblea
pueden generar alharacas y consensos, pero que al momento de valorar
comportamientos, regular nuestra vida cívica y construir el sistema de
partidos, representación y gobiernos son contraproducentes en los términos que
ellos mismos defienden. Con cierto orgullo Kike Castelló (Democracia Real Ya) y
Pablo Gallego declaraban en La Noche en 24 Horas (RTVE) del 15-M pasado, que
gracias al movimiento se ha limitado el bipartidismo propiciando el 20-N que hemos
tenido (mayoría absoluta del PP) y la fragmentación del voto de la izquierda
(caída del PSOE). Pues gracias, majos (estoy siendo irónico porque no quiero
lanzar más estigmas, sobran).
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