jueves, 22 de marzo de 2012

¿Nos es ajeno el populismo? (I)

Publicamos un artículo original de Francisco S. López Romito "Pancho" compañero de ciudad lineal (Madrid)

En España es habitual concebir al populismo, como un fenómeno exclusivamente latinoamericano. Sin embargo, últimamente, tanto en los ambientes políticos como en los medios de comunicación llegó a definirse a Berlusconi como un espécimen europeo. En general el calificativo no se aplica en base a un análisis de las características constitutivas, formas de acción, naturaleza de sus políticas y, mucho menos, en las causas sociopolíticas, sino simplemente a partir de ciertos rasgos extravagantes o grotescos de algunos líderes populistas.

Sin embargo convendría que echáramos una mirada a la nutrida literatura que sobre el tema se ha producido a ambos lados del Atlántico, no sea que tengamos sorpresas desagradables.

El híper liderazgo

La seña principal del populismo es la de un líder carismático que establece su relación con las masas al margen y por encima de las estructuras institucionales democráticas. El Líder goza de una legitimación directa por el “pueblo” que lleva, ineluctablemente, a una competencia e incluso confrontación con las otras instituciones legitimadas por la ciudadanía; por ejemplo, el Parlamento. El Líder no se siente limitado por las estructuras políticas o jurídicas, él ostenta una legitimación superior, originaria.

En el caso latinoamericano, esa práctica se ve favorecida por el sistema constitucional presidencialista. La tentación a la permanencia en el poder ha llevado – salvo pocas excepciones – a reformar los textos constitucionales para permitir la relección, en diferentes formatos.

Este sistema de acumulación de poder en el Ejecutivo, en desmedro de la representación de la pluralidad de la soberanía popular residenciada en el Poder Legislativo, ha venido aflorando en buena parte de las democracias actuales. Sin ir más lejos Rusia o en Francia donde el Presidente Sarkozy ha hecho desaparecer a la Asamblea Nacional, al Primer Ministro y su Gabinete. Pero donde más preocupante se manifiesta este reforzamiento del Presidencialismo es, mira por dónde, en el presidencialismo corporativo que impera en la UE. Las esperanzas en que el Parlamento Europeo pudiese representar el mandato de los ciudadanos para la gobernación de Europa, parece que se ven una vez más postergadas.

Lo que a primera vista puede aparecer como algo exclusivo de ciertas formas de gobierno o del Estado, expresa una concepción supuestamente más democrática que la democracia representativa parlamentaria. Y, obviamente, permea a las propias organizaciones políticas. No otra cosa es la propuesta de elección en “primarias” para la Secretaría General del PSOE, divorciando esa elección del conjunto de debates y resoluciones del Congreso partidario. Uno de los dos candidatos a la Secretaría General en el 38 Congreso proponía dicha idea y no es casual que el Secretario General del Partido Socialista de Madrid sea un entusiasta propulsor.

Lo que se trata de presentar como un avance democrático que, teóricamente, fomentaría la participación de los afiliados, puede resultar un paso hacia un modelo de liderazgo autocrático plebiscitario. Cada equis tiempo, una confrontación mediática entre dos o tres personalidades, seguida de un refrendo. Por qué no pensar que dicha práctica podría llevar a la desvalorización de las diferentes instancias organizativas, de toma de decisiones y participación efectiva en la vida del partido, constituyendo todas estas la médula de un partido socialista democrático.

Madrid, 21 de Marzo de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario