El discurso populista
Según
la mayoría de los tratadistas, el líder populista encuentra terreno fértil allí
donde existen importantes sectores sociales no integrados en el sistema
socio-económico y político. El populismo les facilita su visualización y un
cierto grado de participación, los hace sentirse actores aunque más virtual que
efectivamente. Esos sectores excluidos, según los estudiosos, son identificados
como masas disponibles.
Es
posible que en el socialismo español, después de las derrotas electorales de
2009, 2010 y 2011, especialmente en el caso del Partido Socialista de Madrid, se
haya producido una gran necesidad de ganar alguna elección para evitar o salir
del ostracismo político, que muchos militantes se muestren “disponibles” para
seguir a quienes se presentasen como líderes carismáticos.
Es
de esperar que los resultados del 25M hagan bajar el nivel de ansiedad y
permita encauzar la necesaria discusión política por senderos menos
emocionales.
El
discurso es siempre maniqueo que insiste, de forma explícita o figurada, en un
nosotros y un ellos. Quien haya prestado atención a los discursos y declaraciones
de muchos candidatos y sus seguidores en los procesos congresuales, probablemente
recordará la insistente alusión a la mayoría (nosotros) y la reiterada apelación
a la lealtad (los que no están conmigo, ellos, son desleales). Porque la
lealtad no se refiere a ninguna instancia institucional o formulación política,
sino respecto del Líder.
En
Argentina los peronistas, perpetuamente enfrentados unos a los otros, siguen
festejando el 17 de Octubre como el Día de la Lealtad Peronista.
El clientelismo
político
La
forma básica de la acción política populista es el clientelismo. Las mejoras
sociales no son reconocimiento de derechos o políticas institucionales de
desarrollo y cohesión social, sino concesiones graciosas del Líder y su aparato
de poder. Este reparte, directamente, a través de canales no
institucionalizados o por medios institucionales visiblemente identificados con
el grupo de referencia política, subvenciones, becas, pensiones, prebendas y
privilegios. La cooptación de cuadros dirigentes no tiene en cuenta la
probidad, capacidad y currículum profesional o político, sino la adhesión o
subordinación al jefe.
Ya
que hemos decidido abordar una revisión en profundidad de nuestra estructura
orgánico-funcional en una próxima Conferencia Política, no está de más
reconocer que, en demasiados casos, la conformación de listas electorales e
internas se ha venido rigiendo por el principio de nosotros-ellos.
El
intercambio de cargos por votos, está en la base de la generalización, a todos
los niveles, de Comisiones Ejecutivas elefantiásicas e inoperantes, donde las
responsabilidades políticas personales se diluyen en el número y dejan las
manos libres para que líder y su círculo áulico hagan de su capa un sayo.
El
más mínimo control del partido o relación con sus representantes en funciones
ejecutivas, legislativas o municipales se ha convertido en una verdadera
entelequia.
Por
último, los Comités Regionales y los propios Congresos, que debieran ser la
pieza superior de un sistema de representación piramidal, de abajo hacia
arriba, para posibilitar la discusión en profundidad de las propuestas elevadas
desde la pluralidad ideológica y política y la consecuente toma de decisiones,
han venido a resultar mítines televisivos masivos de consumo interno.
La
decisión de llevar a cabo la mencionada Conferencia de Organización es prueba
de ello.
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