viernes, 30 de marzo de 2012

¿Nos es ajeno el populismo? (II)

Un segundo artículo de Francisco S. López Romito - “Pancho” de Ciudad Lineal

El discurso populista

Según la mayoría de los tratadistas, el líder populista encuentra terreno fértil allí donde existen importantes sectores sociales no integrados en el sistema socio-económico y político. El populismo les facilita su visualización y un cierto grado de participación, los hace sentirse actores aunque más virtual que efectivamente. Esos sectores excluidos, según los estudiosos, son identificados como masas disponibles.

Es posible que en el socialismo español, después de las derrotas electorales de 2009, 2010 y 2011, especialmente en el caso del Partido Socialista de Madrid, se haya producido una gran necesidad de ganar alguna elección para evitar o salir del ostracismo político, que muchos militantes se muestren “disponibles” para seguir a quienes se presentasen como líderes carismáticos.

Es de esperar que los resultados del 25M hagan bajar el nivel de ansiedad y permita encauzar la necesaria discusión política por senderos menos emocionales.

El discurso es siempre maniqueo que insiste, de forma explícita o figurada, en un nosotros y un ellos. Quien haya prestado atención a los discursos y declaraciones de muchos candidatos y sus seguidores en los procesos congresuales, probablemente recordará la insistente alusión a la mayoría (nosotros) y la reiterada apelación a la lealtad (los que no están conmigo, ellos, son desleales). Porque la lealtad no se refiere a ninguna instancia institucional o formulación política, sino respecto del Líder.

En Argentina los peronistas, perpetuamente enfrentados unos a los otros, siguen festejando el 17 de Octubre como el Día de la Lealtad Peronista.

El clientelismo político

La forma básica de la acción política populista es el clientelismo. Las mejoras sociales no son reconocimiento de derechos o políticas institucionales de desarrollo y cohesión social, sino concesiones graciosas del Líder y su aparato de poder. Este reparte, directamente, a través de canales no institucionalizados o por medios institucionales visiblemente identificados con el grupo de referencia política, subvenciones, becas, pensiones, prebendas y privilegios. La cooptación de cuadros dirigentes no tiene en cuenta la probidad, capacidad y currículum profesional o político, sino la adhesión o subordinación al jefe.

Ya que hemos decidido abordar una revisión en profundidad de nuestra estructura orgánico-funcional en una próxima Conferencia Política, no está de más reconocer que, en demasiados casos, la conformación de listas electorales e internas se ha venido rigiendo por el principio de nosotros-ellos.

El intercambio de cargos por votos, está en la base de la generalización, a todos los niveles, de Comisiones Ejecutivas elefantiásicas e inoperantes, donde las responsabilidades políticas personales se diluyen en el número y dejan las manos libres para que líder y su círculo áulico hagan de su capa un sayo.

El más mínimo control del partido o relación con sus representantes en funciones ejecutivas, legislativas o municipales se ha convertido en una verdadera entelequia.

Por último, los Comités Regionales y los propios Congresos, que debieran ser la pieza superior de un sistema de representación piramidal, de abajo hacia arriba, para posibilitar la discusión en profundidad de las propuestas elevadas desde la pluralidad ideológica y política y la consecuente toma de decisiones, han venido a resultar mítines televisivos masivos de consumo interno.

La decisión de llevar a cabo la mencionada Conferencia de Organización es prueba de ello.

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