miércoles, 6 de junio de 2012

Acotaciones a una propuesta atractiva

Un nuevo artículo de opinión de Francisco S. López Romito (Miembro del Comité Regional del PSM)

Las grandes crisis del capitalismo han provocado, entre otras consecuencias, una inconmensurable producción intelectual en todos los campos de expresión.

Los más acuciados por encontrar respuestas novedosas, han sido siempre quienes cuestionan el sistema capitalista. La actual, no podía ser de otra manera, ha colocado en el disparadero a la socialdemocracia, especialmente a la europea.

La profusión de artículos y propuestas, conforman un bosque que puede llegar a ocultar los árboles. La mayoría se concentran en un cierto control de la gestión del capital financiero, revisión de políticas fiscales, reorientación de la política monetaria europea y propuestas para relanzar el “crecimiento” frente al ajuste a la baja de rentas salariales y del gasto público, seguidas de una encendida defensa del Estado del Bienestar preexistente.

En ese escenario, me permito rescatar el reciente artículo de Carlos Mulas-Granados (Director de la Fundación Ideas) publicado en El País, 20/04/2012, bajo el título de “¿Una Cuarta Vía para la Socialdemocracia?”, que aconsejo leer. http://elpais.com/elpais/2012/04/12/opinion/1334255276_949542.html

Mulas apuesta por “que la socialdemocracia puede entrar en una cuarta fase hegemónica si hace tres cosas: incorpora nuevos valores, moderniza sus programas y amplia su campo de acción.”

Vayamos por partes.

Los Nuevos Valores

Constata Mulas que la modernidad está debilitando la igualdad y solidaridad entre personas distintas y llama a “hacer un nuevo esfuerzo por vincularla más a la condición humana que todos compartimos y menos a la clase social a la que pertenecemos”. “Al difuminarse las fronteras - entre distintas clases y sectores sociales – el humanismo y la sostenibilidad deben colocarse de nuevo en el centro del esquema de valores progresista.”

Podríamos acotar que ese debilitamiento de la igualdad tiene una base objetiva, propia de los procesos de acumulación capitalista. Pero no es menos cierto que los sentimientos de solidaridad, la reacción individual ante la desigualdad, apela a la consciencia y se mueve en escenarios no necesariamente determinados por la condición individual de existencia. Esto tiene un fértil campo en la lucha política.

Una de las aportaciones distintivas de la Tercera Vía que distinguen, entre otras, la experiencia del último gobierno socialista de España, ha sido el reconocimiento de derechos y lucha contra todo tipo de discriminaciones. Pero la apelación al humanismo (¿todos los humanismos?) no descarta la intensa confrontación ideológica y política que supone la proposición y puesta en práctica de esos valores. Y exige a quienes los defienden una profunda convicción y firmeza, pues en caso contrario, el acceso de la derecha al poder político puede llevárselos por delante sin mayores dificultades y ningún costo.

De acuerdo, debemos “colocar el humanismo y la sostenibilidad en el centro de los valores progresistas.” El humanismo de la humanidad, así como la solidaridad de la fraternidad. Y la sostenibilidad; democrática, medioambiental, económica, social, intergeneracional.

Los Programas

El autor está “convencido de que los progresistas no recuperarán su credibilidad como gestores políticos si no son capaces de poner sobre la mesa un paradigma socioeconómico distinto”. Resalta que “El modo actual de producción y consumo de bienes y servicios tiene tres problemas: genera residuos, genera pobreza y genera burbujas.” Omite, cosa importante desde una perspectiva socialdemócrata o socialista (tanto monta), que este sistema es trinitario y habría que agregar la apropiación y acumulación privada fuente de las crisis periódicas del capitalismo.

Nos propone que “la nueva economía tiene que abordar estos problemas ex ante, convirtiendo las industrias medioambientales y sociales en motores mismos del proceso productivo, con capacidad para generar bienes deseados por la población (Lástima su conclusión) que se puedan comprar y vender: los coches eléctricos o las escuelas infantiles son dos buenos ejemplos en esa dirección.”

Colocar a los grandes servicios públicos que conforman la columna vertebral del Estado del Bienestar e incluso áreas de la conservación medioambiental difícilmente asimilables a la producción y consumo de mercancías, en el mismo saco que la producción de bienes de consumo individual, se acerca demasiado al modelo privatizador de la derecha liberal. ¿No cree el autor que esa propuesta ampliaría el campo de la apropiación y acumulación capitalista que es, justamente, lo que se trata de superar? ¿Cómo avanzar hacia una sociedad cohesionada alrededor de valores de solidaridad si en la base de la economía se potencia el consumo y la acumulación individual?

De acuerdo, hay que “proponer un nuevo tipo de sociedad, donde la dicotomía entre Estado y mercado no lo ocupe todo, y donde el espacio para los compromisos de los ciudadanos con su espacio comunitario sea mucho mayor.” Es decir, que el espacio social a través de la oferta y consumo o disfrute de bienes y servicios de forma “colectiva” adquiera primacía frente al consumo individual. Que la acumulación de capital “social” sea mayor que la privada. Y no hay por qué temer a la inadecuación de la oferta a la demanda en el área social de la economía, el mercado sobrevivirá al capitalismo, los instrumentos están disponibles.

Es evidente que este nuevo Estado del Bienestar implicaría llevar adelante: “Un programa que renovaría los instrumentos tradicionales del Estado de Bienestar”. A lo que no ofrece respuesta es a cómo se puede pasar “de re-distribuir rentas a pre-distribuir oportunidades a lo largo de todo el ciclo vital de los ciudadanos” si desmantelamos la estructura de provisión pública y universal de bienes y servicios, claramente redistribuidores.

Es más, la ampliación del Estado de Bienestar debería ir acompañada de una política sostenida de promoción de las formas empresariales de trabajo asociado (tercer sector), como una forma de avanzar “donde el espacio para los compromisos de los ciudadanos con su espacio comunitario sea mucho mayor.”

Por la democratización de la economía

El autor nos dice bien que los cambios operados en el modo de producción y acumulación han difuminado “la frontera entre asalariados y autoempleados, entre ejecutivos y accionistas, o entre emprendedores y empresarios”. Quizá sea hora de revisar la concepción acerca de la Empresa basada en una antigua realidad del propietario-capitalista legitimado para ejercer el monopolio de la toma de decisiones. ¿No se habrán difuminado, también, las fronteras entre los trabajadores y los gestores? Empleados todos, aunque con injustificadas e insolidarias diferencias salariales.

No podemos olvidar que desde sus orígenes la socialdemocracia concibió la democracia en sus dos vertientes: la económica y la política. Creo que son buenos tiempos para avanzar en un nuevo modelo de relaciones laborales, mediante la articulación de formas crecientes de participación efectiva de los trabajadores en la toma de decisiones en las empresas.

Internacionalización, más y mejor democracia

El autor considera “el punto más importante de esta cuarta vía socialdemócrata, la internacionalización de su ámbito de acción”, pero “la globalización de la democracia será insuficiente, si no se profundiza y mejora su funcionamiento”.
Y agrega: “Por ello, me parece fundamental complementar la clásica división de poderes (…) con la incorporación del poder mediático y el poder financiero.”

Una pena que no diera algunas pautas para esa “incorporación”. Por mi parte sólo diré telegráficamente que al poder mediático habría que introducirle algunos criterios de responsabilidad periodística y de gestión y control democráticos para garantizar la libertad de expresión al tiempo que la pluralidad editorial. Al poder financiero, someterlo a formas de gestión que garanticen la transparencia, erradiquen las aventuras especulativas, hagan efectiva la participación de accionistas e impositores y sean sometidos a riguroso control estatal para que cumpla el papel de aportar financiación a la economía real y participar equitativamente en el sostenimiento fiscal del Estado.

Una última acotación. No creo que debamos refundar la socialdemocracia (monta tanto) para refundar el capitalismo, en todo caso habremos logrado avanzar en el camino de su transformación.

Madrid, 2 de Junio de 2012

2 comentarios:

  1. Algunas reflexiones a la cuestión de los valores: es correcto apelar a sentimientos de solidaridad, a actitudes voluntaristas, compasivas en favor de la igualdad, de la no discriminación, fruto de convicciones políticas idealistas, humanistas.

    Pero deberíamos explicar también que las lógicas actuales competitivas e individualistas nos conducen, de hecho, a poner en peligro la humanidad como especie. Por tanto, deberíamos explicar también que por nuestros intereses personales y colectivos, no sólo por nuestra buena fe, no sólo por nuestros buenos sentimientos, sino por nuestro futuro como colectividad, nos interesa cambiar las lógicas económicas actuales.

    Las lógicas cooperativas no son una opción voluntarista de algunos altruistas utópicos: son una necesidad urgente para la supervivencia de la especie, son una necesidad, también, para nuestros intereses individuales concretos. Debemos predicarlas como valores y practicas necesarias, no solamente por ideología socialista ...

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  2. ...y conseguir incorporar al conjunto de la sociedad en formas de relación en el plano económico y social que incorporen esos "valores y prácticas necesarias" como práxis cotidiana.

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